Este 8 de marzo, como cada año, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, y se visibiliza su lucha por una participación de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
Desde FEMAPE queremos compartir el testimonio de una mujer trabajadora: la abogada Elizabeth Pereyra, una de las integrantes del consejo directivo de nuestra entidad, que se desempeña como General Counsel en Canon Medical Systems Argentina S.A, una de las empresas asociadas.
Es letrada de profesión pero no proviene de una familia del mundo jurídico.Dice que fue una compañera de la facultad, familiar de uno de los socios fundadores de un prestigioso estudio jurídico, quien la ayudó a dar sus primeros pasos en tribunales. “Esa primera oportunidad que me dio otra mujer marcó el inicio de mi camino profesional y estoy más que agradecida”, evoca.
“Con el tiempo, llegué a formar parte de ese estudio y a convertirme en socia. Me especialicé en Derecho Petrolero y trabajé con empresas de sectores como del petróleo y las telecomunicaciones, entre otros. En Canon Medical Systems Argentina S.A. estoy desde 2019, tengo una posición transversal, interactúo con diversas áreas y me toca afrontar desafíos en un entorno dinámico y en constante cambio”, explica.
¿Cuál es tu función en el consejo directivo?
Formo parte del Consejo Directivo desde hace un año y mi aporte es desde lo jurídico y estratégico. Mi rol implica colaborar en la toma de decisiones y en el diseño de iniciativas que promuevan el crecimiento de la Federación. Desde el primer día fui integrada por el resto de los directivos, me sentí parte del equipo y plenamente escuchada. Valoro la posibilidad de construir vínculos genuinos, porque creo que el trabajo en equipo se fortalece cuando existe una conexión real entre las personas, basada en el respeto y la confianza.
¿Cómo te sentís en un ámbito en el que predominan los hombres?
A lo largo de mi carrera, tanto en el ámbito litigioso como en la industria de la tecnología médica, me he desempeñado en entornos mayoritariamente masculinos. Nunca lo viví como un obstáculo vinculado al género, sino como un desafío profesional. He tenido la suerte de rodearme de grandes personas que valoraron mi capacidad y dedicación y me dieron oportunidades para crecer.
Creo que, más allá de las dinámicas de género, el factor humano siempre ha sido clave. Disfruto de interactuar y conocer a quienes me rodean, no sólo desde lo laboral, sino desde lo personal y eso me ha permitido construir relaciones basadas en el respeto mutuo y la colaboración, en ambientes de trabajo integrados y enriquecedores.
¿Cómo percibís la situación de las mujeres empresarias hoy?
Es innegable que las mujeres aún enfrentan obstáculos, pero también es alentador ver cómo la igualdad de género ocupa un lugar central en la agenda empresarial. Hoy se traducen esas preocupaciones en acciones concretas, como las políticas de Responsabilidad Social Empresaria, que buscan prevenir desigualdades y promover entornos laborales más justos. Sin embargo, estoy convencida de que el desarrollo profesional está profundamente ligado a la personalidad y las metas de cada persona, independientemente de su género.
¿Considerás que has logrado romper el llamado “techo de cristal” que suele limitar el crecimiento de las mujeres en las empresas?
Creo que mi carrera se ha sustentado en un compromiso constante con el aprendizaje y la superación, y nunca he sentido que existiera un límite insuperable. No obstante, soy consciente de que el “techo de cristal” sigue siendo una realidad para muchas mujeres, y que, para muchas, el esfuerzo y la dedicación, por sí solos, no siempre bastan para romper todas las barreras.
En mi caso, la decisión de dejar la práctica independiente de la abogacía para adentrarme en la industria de la tecnología médica fue, sin dudas, un desafío enriquecedor. Esta experiencia no solo amplió mi perspectiva profesional, sino que también fortaleció mis habilidades para adaptarme, escuchar y generar nuevos vínculos. Además, mi rol como madre de una niña de 9 años me ha enseñado el valor de la empatía, la paciencia y la comunicación, prácticas que aplico cada día en mi entorno laboral.
¿Cómo evaluás el impulso de la agenda de género en los últimos tiempos?
Es un avance fundamental. Hoy en día se reconocen y se abordan las desigualdades existentes a través de políticas y compromisos firmes. Este cambio, que debe ir más allá de los discursos para materializarse en acciones reales; es esencial para construir entornos laborales equitativos y sostenibles. La igualdad de oportunidades no sólo beneficia a las mujeres, sino que fortalece a cualquier organización, porque promueve el desarrollo integral, que abre paso a un futuro más justo.
¿Algo adicional que desees destacar?
Si: la importancia de fomentar una cultura organizacional que valore el talento, la dedicación y el esfuerzo por encima de cualquier otra consideración. He tenido la fortuna de contar con el apoyo y la confianza de personas excepcionales, tanto hombres como mujeres, que me han brindado oportunidades clave para mi desarrollo. Creo firmemente que las mujeres tenemos la responsabilidad de abrir puertas y apoyarnos mutuamente, para generar un cambio real en todos los ámbitos.Como profesional y madre, pienso constantemente en el impacto de nuestras acciones para las futuras generaciones, y estoy convencida de que, al promover espacios inclusivos y valorar a cada individuo por sus capacidades, contribuimos a construir una sociedad más equilibrada y enriquecedora para todos