Daniel Amato, vicepresidente primero de FEMAPE e histórico dirigente de la entidad, que fue presidente en distintos períodos, analizó el presente de la actividad y sintetizó lo que, a su entender, es el futuro en materia de compras en el Estado, que se pondría en línea con la manera de comprar de las nuevas generaciones. Un repaso de la historia y el crecimiento de FEMAPE, la institucionalidad y el respeto ganados en años de gestión y búsqueda de soluciones, transparencia y más negocios para el sector.
¿Cómo avizora el futuro en cuanto a las compras que realiza el Estado?
Yo creo que, aunque no podamos verlo ahora con claridad, vamos hacia un sistema de compras digital. El Estado va a terminar siguiendo la lógica de los particulares, que cada vez más realizan sus compras de esa manera. Y ese cambio total en la forma de comprar es reflejo de otros cambios que también suceden a nivel social.
¿Cree que ese cambio en la forma de comprar es inminente?
El Estado tiene un montón de problemas que no son fáciles de resolver en el corto plazo y que lo hacen ineficiente. Pero estoy seguro de que el Estado tendrá un sistema de compras digital, donde, a través de un sitio web, manifestará sus necesidades y los proveedores seguirán el proceso para tratar de venderle. No puedo predecir tiempos, porque es algo que dependerá de la gestión de los gobiernos.
Es una situación bien diferente de la que dio inicio a FEMAPE
Totalmente. FEMAPE arrancó como una federación de mayoristas porque el Estado los buscaba para que fueran sus proveedores. Y como la Provincia necesitaba más proveedores y más transparencia vimos la posibilidad de crecer. Y nos convertimos en oportunidad a través de un “famoso” convenio que firmamos con la Contaduría de la Provincia en 1991, a través del cual un gobierno tomó la decisión política de que un pliego de las licitaciones fuera a la entidad de representa a los proveedores del Estado. Desde FEMAPE nos profesionalizamos cuando no existía Internet.
¿Y en qué consistió esa profesionalización?
En ese momento las invitaciones a cotizar llegaban por correo postal. Recibíamos enormes cantidades de sobres que había que abrir y clasificar en carpetas, divididas por rubro porque todo era en papel. Cuando recibimos esa responsabilidad de parte del Estado al enviarnos los pliegos, hubo confusión y muchos pensaban que acá había una piñata con un montón de negocios donde estábamos los directivos y cada uno agarraba el negocio que mejor le quedaba. Eso nunca pasó porque en realidad nuestra obligación era darlo a conocer a los interesados y de una manera lo más transparente posible.
Menuda tarea sin que existiera Internet
Si, era algo muy difícil, porque lo recibíamos en papel y si bien hacíamos fotocopias, mandábamos por fax y demás, el proceso era lento, porque había que llegar a toda la Provincia, preparar muestras, hacer visitas de obra y recién ahí cotizar. Y en paralelo, cada vez recibíamos más pliegos, porque nos hicimos responsables y aumentaron los socios que venían a buscar negocios. Empezamos a crecer institucionalmente y en presencia, porque estos procesos licitatorios no estaban exentos de problemas, que buscábamos resolver para todos los proveedores, no solamente los socios. Ese crecimiento hizo, inclusive, que tuviéramos que mudarnos de sede.
¿Qué avance tecnológico hubo?
Uno de nuestros integrantes del consejo directivo, César Grisotto, creó en aquel momento en que no existía Internet, una intranet y eso fue muy novedoso y vital para el crecimiento. Como necesitábamos llegar en tiempo y forma a los proveedores comenzamos a cargar los pliegos y ahí estaba la información en un cortísimo plazo. Y este desarrollo hubo una especie de explosión positiva porque significó transparencia, una demanda básica para licitar, para que todo el que quisiera pudiera hacerlo. Porque hay negocios para todos, ya que la Provincia es enorme y demanda muchísimos bienes y servicios.
¿Y a nivel institucional cuál fue el avance?
Fortalecimos nuestra presencia institucional a partir de los problemas de los proveedores (falta de pago de las facturas, por ejemplo). Así arrancamos a reunirnos con los directores generales de los ministerios, o inclusive los ministros, para resolver las distintas situaciones. Y en ese ida y vuelta FEMAPE se convirtió en un mediador, facilitador y actor principal del sector que representa, al interpretar aquello que a menudo el Estado no entiende, o no puede ver. Comenzamos a llevar problemas concretos, enorme cantidad de situaciones y también las soluciones posibles. Así, los representantes del Estado y de los proveedores del Estado nos empezamos a conocer, a entender y a ser parte de la solución. Algo que hoy seguimos haciendo y somos respetados por eso. Los funcionarios responden porque las causas sectoriales que presentamos son atinadas y las planteamos desde la institucionalidad.
¿Hubo cambios en las relaciones con los cambios de gobierno?
Los cambios de gobierno para nosotros nunca fueron un problema, jamás nos dejaron de atender porque no nos ven como enemigos, al contrario, sobre todo porque trabajamos para el socio. Y esa es la parte linda del asunto: representar el problema de varios, algo que los funcionarios reciben de buena manera y ha permitido forjar relaciones de confianza. Como FEMAPE no se ocupa sólo de un rubro y no es monopólico, cuando buscamos soluciones, pedimos por todos, inclusive los que no son socios. Muchas empresas que no son socias se han beneficiado históricamente de nuestra gestión y eso las autoridades lo reconocen y ha hecho que nos ganáramos su respeto.
¿Cuál es el desafío de FEMAPE hoy?
Creo que el principal desafío es aumentar el crecimiento sostenido que hemos tenido. No es una tarea sencilla, si se tiene en cuenta el contexto social, que experimentó muchos cambios. Por ejemplo, hoy las personas casi no hablan por teléfono, tampoco participan demasiado en instituciones o en actividades formativas de manera presencial. Tal vez haya sido la pandemia lo que de alguna manera modificó las relaciones entre las personas y los vínculos, que a mi modo de ver sólo pueden ser genuinos si nos vemos cara a cara. Somos partícipes de un movimiento de empresarios y nos hemos ganado el lugar que tenemos. Hemos trabajado –y seguimos haciéndolo- junto a las autoridades de la Provincia, directivos, ministros, y hasta diputados y senadores, como en plena crisis, cuando nos pagaron con bonos los bienes y servicios que habíamos comprado en pesos y el panorama era el de una Provincia desabastecida. Creo que el desafío, ya no sólo de FEMAPE sino de la sociedad, es recuperar el sentido de comunidad, de aumentar la participación para hacer algo por los otros, por el bien común.